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Actualmente, en los diez o doce últimos años, se ha revalorizado lo visual y las imagenes graciosas dentro de la prensa: surge la figura del director de arte en los periódicos, nace el uso de la infografía y los responsables de “lo gráfico” ocupan puestos destacados en el staff de las redacciones. Esto es muy positivo para nosotros. El humorista gráfico está más integrado y no es un bicho extraño al fenómeno de la comunicación. No creo que sea ajena a este hecho la irrupción masiva de la mujer en las redacciones, su “toque femenino” y su visión más abierta y novedosa incliso haciendo ahora imágenes para facebook. ¡Y empiezan a llegar mujeres a nuestra profesión, milagro! Por otra parte, el humor gráfico, una radiografía más real que la vida misma, cumple la función de relajar la tensión de los problemas, provoca un distanciamiento emocional y racional, tiene una especial capacidad de enganche y exige del lector la disposición para adoptar otros puntos de vista. La utilización de estos recursos me parece que puede seguir siendo muy útil y enriquece- dora en este concepto de comunicación. Soy optimista en el valor que se va a seguir dando al humor gráfico dentro de la prensa. Otra cuestión es la situación económica de las empresas y las relaciones laborales que también nos influyen. Pero como ya he señalado con anterioridad, va a primar cada vez más la capacidad de inmediatez y de respuesta a los acontecimientos, exigencia unida al avance técnico. Hoy estos avances, la calidad de impresión, el uso del color..., permiten alternativas gráficas y estilos muy variados y ricos, que antes estaban limitados por los sistemas de reproducción. Las puertas están abiertas. La propia prensa va a experimentar readaptaciones inevitables, que a su vez nos plantearán nuevas exigencias: versiones para red/Internet, animación, multimedia...
—Precisamente tú eres uno de los pocos autores que dibujan directamente sobre la paleta gráfica y frente a la pantalla de tu Mac creando imagenes graciosas. Esto supone todo un salto cualitativo para unos profesionales que, por lo general, se sienten muy apegados a cuestiones instrumentales de antaño: el contacto con el lapicero, la tinta y el pincel, el trazo en función de la textura del papel, el aroma de la pintura aplicada al dibujo... Hoy en día son casi nulas las diferencias entre una obra realizada con esas herramientas o con las digitales, ¿verdad?
—Bueno, entre los recelos se mantienen argumentos similares a los que se plantearon con la llegada de la imprenta. En última instancia, me da igual un soporte bioquímico, como el papel o el lienzo, que uno electrónico como un disquete o una pantalla; tan material es uno como otro, con sus respectivos condicionantes. El grado de control sobre los mismos y de experiencia acumulada sí es diferente. Por ahora. Pero el uso del ordenador se hace imprescindible para los medios de comunicación actuales.Y aplico la lógica de ir adaptándome desde las maneras más parecidas a las técnicas tradi cionales: uso un lápiz y una tableta gráfica y programas específicos de ilustración colgando algunas de tus imagenes para facebook cuando no llega a la calidad para publicar. Y no me cabe duda de que, a su vez, estas técnicas irán cambiando y perfeccionándose...
—Por último, querría preguntarte por la dificultad de la elaboración de un chiste diario. Presumo que conlleva una atención constante, y la dificultad de hacer comulgar actualidad con humor (conceptos, por lo común, casi incompatibles). ¿Agota? ¿Qué trucos utiliza el humorista de diario para salir adelante cuando tiene un mal día?
—Nuestra profesión también tiene sus leyendas. Decía un autor británico que “lo más duro de mi trabajo es convencer a mi mujer de que estoy trabajando en las imágenes graciosas, cuando parece quedólo miro por la ventana”.Yo no tengo ninguna duda, trabajar en una mina... es mucho más agotador que el trabajo del humorista gráfico. Conviene-tomárselo en serio, pero no demasiado.Y con humor. Si uno no puede superar estas cosas, pues como en todo, debe acudir a los profesionales respectivos de la medicina o de la psicología. Tal y como está la realidad, tal vez nos reconozcan en la Seguridad Social terapia gratuita de psicoanálisis, como mera enfermedad profesional. O como ya me dijo un médico, tal vez sea conveniente dejar de trabajar. Total, podemos seguir haciendo lo mismo fuera del trabajo. Creo que no tenemos remedio.
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